En este artículo les contamos una breve historia de África, un continente lleno de vida animal, riquezas y recursos naturales. El artículo se enfoca en la historia de la exploración del continente africano por los europeos, ya que la historia completa de África es por supuesto mucho mas extensa; así que espero que les guste.
Relatos fabulosos acerca del continente africano recorrieron Europa durante siglos. Fue doblado el Cabo de Buena Esperanza, pero el interior de África permaneció inexplorado hasta el siglo XIX.
Tabla de contenido
Para los europeos de la Edad Media, África era, exceptuando su costa mediterránea, un continente misterioso, casi totalmente ignorado. El conocimiento de su existencia se basaba en incompletos documentos griegos y romanos, pues gran parte del saber clásico, incluso la obra del gran geógrafo griego Claudio Ptolomeo, permaneció desconocida para Europa hasta principios del siglo XV.
El principal obstáculo de toda exploración lo constituía el Sahara, desierto tan vasto y prohibitivo que los europeos medievales lo consideraron impenetrable. Desde los tiempos más antiguos, la mayoría de la gente creía que más allá de la costa africana no había más que un desierto totalmente improductivo. Este convencimiento demoró considerablemente la exploración del interior del continente hasta el siglo XIX; sólo cuando David Livingstone viajó por el centro y sur de África se desvaneció por completo.
Historia de África y su exploración
Los mercaderes y los estudiosos árabes siguieron a través del Sahara las antiguas rutas de las caravanas y establecieron contacto con las civilizaciones negras del interior de África occidental. Gran parte de lo que hoy sabemos acerca del antiguo reino de Ghana y de los posteriores imperios medievales de África occidental, se lo debemos a los escritos de esos estudiosos y viajeros árabes.
La costa oriental de África fue también una importante zona comercial para los árabes. Alrededor del año 920 un sabio musulmán, Al Masudi, viajó por ella hasta Mozambique. En uno de sus libros, titulado Praderas de oro y minas de gemas, describió la costa, sus pueblos y sus productos, demostrando que el oro y el marfil se exportaban ya por entonces a la India y a la China, generalmente a través de Omán.
Una caravana cruza el Sahara. El camello, utilizado durante siglos para transportar sal, dátiles, trigo y marfil. Valiosisimo en las primeras exploraciones de las tierras desérticas, sigue siendo importante en la actualidad.
El comercio de esclavos así como el tráfico de oro y marfil enriquecieron a los mercaderes árabes. Al final de la Edad Media las noticias del extenso comercio de esclavos llevada a cabo en el África musulmana, se filtraron a través de los comerciantes mediterráneos. La perspectiva de una enorme riqueza, estimuló el resurgimiento del interés por la exploración científica del continente negro.
África y los europeos
El príncipe don Enrique el Navegante, tercer hijo de Juan I de Portugal, concibió la idea de explorar la costa occidental de África para tener acceso a las zonas situadas más allá del mundo musulmán.
Enrique no realizó en persona ningún viaje de exploración, pero en 1434 persuadió a los marineros (que al principio temían convertirse en negros) para que viajaran más allá del Cabo Bajador, en lo que ahora es el Sahara español. Dicho cabo era conocido entonces como el punto más meridional de la costa africana.
Gigantes de África. El elefante africano – el mamífero terrestre más grande del mundo – al pie del Kilimanjaro, la montaña más alta del continente. Volcán inactivo, puede entrar de pronto en erupción.
Cuando en 1460 murió don Enrique, sus marineros habían trazado el mapa de la costa de África hasta Sierra Leona. Aliado de las exploraciones fue el comercio, y es significativo que los primeros esclavos negros fueran llevados a Portugal en 1441.
Después de la muerte de don Enrique, otros continuaron su obra. En 1487, Bartolomé Díaz, un marinero portugués, descubrió el Cabo de Buena Esperanza; obligado a regresar por su extenuada tripulación, Díaz no completó la exploración marítima de África oriental, y fue Vasco de Gama a quien correspondió la gloria de doblar el Cabo de Buena Esperanza para ir hasta la India y regresar.
El trazado del mapa de la costa africana prosiguió durante los trescientos años siguientes, pero el interior apenas fue explorado. Persistía la creencia en un desierto interior; pero también las barreras físicas obstaculizaron la exploración.
El continente africano está constituido en gran parte por una vasta meseta rodeada por un estrecho cinturón costero, y los ríos se precipitan desde la altiplanicie en una serie de cascadas y rápidos que imposibilitan la navegación fluvial hacia el interior del gran continente. En 1652, la Compañía Holandesa de las Indias Orientales envió al médico de la marina holandesa Jan van Riebeeck a establecer una colonia en el extremo meridional de África.
Así lo hizo, y la colonia fue el núcleo para el desarrollo posterior de la actual África del Sur. Pero la colonización y la exploración no eran los objetivos de Van Riebeeck. Su tarea consistía en establecer una estación de aprovisionamiento para los barcos holandeses que iban con rumbo a la India. Las colonias costeras establecidas por los europeos no siempre tuvieron éxito. Los portugueses intentaron dominar la costa oriental de África; pero tropezaron con la fuerte oposición de los árabes y acabaron siendo expulsados en 1729.
Los beneficios (y los horrores) de la trata de negros estimularon considerablemente el interés europeo por África. Solo en América fueron vendidos 14 millones de esclavos.
Tras el descubrimiento de América, con su inmenso potencial económico, los africanos de la costa hicieron incursiones contra las tribus del interior. Sus habitantes eran esclavizados y vendidos al principio a los marinos portugueses y españoles, y posteriormente, a franceses, británicos y holandeses.
A lo largo de la costa africana se construyeron una serie de fuertes para controlar el comercio de esclavos. La trata de negros duró hasta muy entrado el siglo XIX y los historiadores modernos cifran en más de catorce millones el número de africanos vendidos en América.
No obstante, los europeos visitaron un reino africano del interior en una época bastante temprana. Intrigados por los relatos del siglo XII acerca del Preste Juan, un legendario rey cristiano de quien se suponía que vivía en el corazón de África, organizaron varias expediciones para buscarle. El Preste Juan no fue encontrado jamás, pero a principios del siglo XV se demostró la existencia de un reino cristiano establecido en Etiopía.
En 1520, los portugueses enviaron una gran embajada a dicho reino. Veinte años más tarde, cuando fue amenazado por un ejército musulmán, un destacamento militar a las órdenes de Cristóbal de Gama (hijo de Vasco) se estableció allí. A pesar de que Cristóbal de Gama fue muerto, la causa cristiana triunfó. En los cien años siguientes los portugueses fueron siempre bien recibidos en Etiopía, aunque intentaron en vano persuadir a la Iglesia etíope para que aceptase la autoridad de Roma.
James Bruce el primer gran explorador en África
Durante este período se dio un paso importante en la historia de África y de la exploración de África cuando el jesuita Pedro Páez, enviado a Etiopía para convencer al emperador de que acatara la autoridad papal, descubrió la fuente del Nilo Azul en 1619. Fue precisamente en Etiopía donde, en 1770, con la llegada de James Bruce a la capital (Gondar), empezó el gran período de la exploración del interior de África.
Bruce, como la mayoría de los exploradores que le siguieron, era un hombre de una fascinante personalidad. A los cuarenta años de edad este escocés pelirrojo, de un metro noventa de estatura, era un buen jinete y un excelente tirador a quien una enorme curiosidad le impulsaba hacia lo desconocido.
El Libro de Bruce Viajes para descubrir la fuente del Nilo Azul es un relato vívido y muy ameno de sus descubrimientos. En él cuenta cómo se ganó la amistad de los caudillos nobles y de la familia real en un país entonces arrasado por la guerra civil; con la ayuda de estos amigos satisfizo su ambición de visitar la fuente del Nilo Azul. Durante su estancia en Etiopía y en su viaje de regreso Nilo abajo, en los años 1772 y 1773, no descubrió nada que fuese de gran importancia geográfica. Sin embargo se le considera el primero de los grandes exploradores europeos de África.
El regreso de Bruce a Inglaterra sirvió para estimular el interés por África. En ese mismo tiempo el movimiento anti-esclavista emprendió una vigorosa campaña que inspiró a las sociedades misioneras el envío de hombres consagrados a la supresión de la trata de negros.
Mungo Park
En los últimos años del siglo XVIII aumentó también el interés científico por la exploración africana. En 1788 se fundó un club llamado la Asociación Africana, precursor de la Real Sociedad Geográfica. Su presidente fue sir Joseph Banks, destacado científico y miembro del primer viaje del capitán James Cook a nueva Zelanda. El objeto de la Asociación era enviar exploradores a África para que realizasen estudios científicos.
Los europeos no intentaron explorar el interior de África hasta trescientos años después de que Vasco de Gama doblase el cabo de Buena Esperanza (1497-1498). A finales del siglo XVIII empezó una importante era de exploración cuando la Asociación Africana, recientemente formada en Gran Bretaña, envió al escocés, Mungo Park a investigar el curso del Niger. Entre 1840 y 1873, David Livingstone realizó tres grandes expediciones en África austral; después de su muerte, su amigo Stanley volvió a cruzar el continente de este a oeste. Entretanto, Burton y Speke, explorando el África oriental, en 1858 descubrieron el lago Tanganika. Speke volvió a aquella región en 1862 en compañía de James Grant, y juntos descubrieron el desagüe septentrional del lago Victoria, fuente del Nilo Blanco.
La Asociación eligió a un joven médico escocés llamado Mungo Park para que se dirigiese al alto Níger en 1795. Después de muchas penalidades, que describe gráficamente en sus «Viajes a los territorios interiores de África», Park demostró que el Níger corría hacia el Este. Regresó al Reino Unido en 1797, donde a pesar del recuerdo de sus terribles peripecias, aguardó impaciente la ocasión de volver a África.
Pero en su segundo viaje también le persiguió la desgracia y finalmente la tragedia (1805-1806). Cuando llegó al alto Níger 26 de sus compañeros habían muertos de enfermedad; los 10 miembros restantes de la expedición emprendieron con Park la navegación del río en dirección al mar. Varias muertes mas redujeron la partida y finalmente, todavía a más de 800 km del mar, Park y los pocos compañeros que quedaban perecieron.
La circunstancias de su muerte no llegaron a conocerse nunca. Probablemente fueron atacados por nativos hostiles y con seguridad se ahogaron en el Níger.
El áfrica oriental y central empezó a ser recorrida por los europeos en el decenio de 1840-1850. Los primeros exploradores importantes de la parte oriental fueron dos misioneros alemanes, Johann Krapf y Johannes Rebmann, quienes al descubrir el Kilimanjaro y el monte Kenia demostraron con exactitud las antiguas leyendas acerca de las montañas con cumbres nevadas cerca del Ecuador.
David Livingstone, un escoses atrevido
Por las mismas fechas, David Livingstone (1813-1873), quizás el explorador más notable en la historia de África, empezaba en 1841 su extraordinaria carrera en el África austral y central. Escocés como Park, trabajó dese los diez años veintitrés años en una fábrica de hilaturas de algodón.
En diciembre de 1840 se embarcó para Ciudad del Cabo y allí inició una estancia que había de durar quince años, viviendo una parte del tiempo en las misiones y dedicando otra parte a viajar por el África austral, el desierto de Kalahari en Bechuanalandia (hoy Bostwana), Angola y el valle del río Zambeze.
Una de sus más famosas proezas fue el descubrimiento de las cataratas Victoria en noviembre de 1855. A su regreso a Inglaterra publicó el libro Viajes e investigaciones de un misionero en el África meridional (1857), que causó un enorme impacto.
Las cataratas Victoria en la estación seca. Hubo un tiempo en que se las denominaba «El humo que truena», pues cuando el Zambeze va crecido puede verse desde muy lejos un alto penacho de agua pulverizada.
Mientras Livingstone disfrutaba de su bien merecida fama en Inglaterra, Richard Burton (1821-1890) a quien probablemente se le recuerda más como escritor y como traductor de Las mil y una noches y otras obras maestras de la literatura erótica asiática como el Jardín Perfumado y el Kama Sutra, fue subvencionado por la Real Sociedad Geográfica para explorar el interior del África oriental.
Burton, que ya era famoso por su osada visita a la Meca disfrazado de musulmán, se llevó consigo a John Hanning Speke (1827-1864), un hombre más joven que él, con una ejemplar hoja de servicios en el ejército.
Tras pasar muchas penalidades, Burton y Speke descubrieron el lago Tanganika en julio de 1858. Como Burton estaba enfermo, Speke siguió solo hacia el norte divisando algunos días más tarde el lago Victoria. A pesar de que según la opinión de Burton no había pruebas suficientes, Speke supuso correctamente que éste era la fuente del Nilo. Las relaciones entre los dos aventureros se habían enfriado y la situación empeoró aún más cuando el éxito de la expedición fue atribuido enteramente a Speke.
Speke regresó al África oriental en 1862 con James Grant, un hombre modesto y compañero más tratable que Burton. Los dos viajaron tierra adentro y por fin Speke descubrió el desagüe septentrional del lago Victoria, que él había considerado acertadamente como la fuente del Nilo Blanco.
Livingstone y Stanley
Por otra parte Livingstone prosiguió de 1859 a 1864 su labor descubridora, explorando el Zambeze y encontrando el lago Nyasa (hoy lago Malawi). Su tercera y última expedición empezó cuando abandonó Inglaterra en agosto de 1865 para explorar los ríos de África central.
En 1869 llegó a Ujiji, en el lago Tanganika, y desde allí exploró los ríos más altos del sistema hidrográfico del Congo. Abatido por su mala salud, su ánimo se hallaba muy decaído en 1871, cuando un visitante inesperado llegó a Ujiji. Henry Stanley había sido enviado por el New York Herald para encontrar a Livingstone, del que no se sabía nada desde 1866. Muy animado éste por su nuevo compañero, ambos partieron juntos para explorar la parte norte del lago Tanganika, viaje que Stanley describió en su libro Cómo encontré a Livingstone.
Este grabado muestra el encuentro de Stanley y Livingstone en la orilla del lago Tanganika. Para buscar a Livingstone cuya muerte se suponía, el New York Herald había enviado a Stanley.
Livingstone se quedó en África cuando Stanley hubo marchado en marzo de 1872. Murió alrededor del 1 de mayo de 1873 y su cuerpo fue llevado a la costa por sus servidores africanos, desde donde fue trasladado a Inglaterra para ser enterrado en la Abadía de Westminster.
El propósito de la expedición era político y marca un hito en la historia de África. La lucha por la conquista de este continente empezó hacia 1880 y en unos pocos años las potencias europeas parcelaron y se distribuyeron la mayor parte de África. Había empezado la era colonial.
Grandes exploradores en la historia de África
Video sobre la historia de la exploración en África
Este interesante video nos cuenta la vida de Livingstone quien fue también un autodidacta ya que, leyendo aprendió por su cuenta múltiples idiomas por ejemplo. Estos libros despertaron en él, su espíritu aventurero que luego lo impulsaría a la exploración de África. De esta forma quedaría marcado a fuego en la historia de África.
Si te gustó la historia de África y sus grandes exploradores, compártelo! tienes alguna consulta o quieres hacer un aporte puedes dejarlo en los comentarios.
Referencias
http://www.mgar.net/africa/mafrica.htm
http://www.unesco.org/new/en/social-and-human-sciences/themes/general-history-of-africa/
Añadiría dos españoles:
Manuel Iradier 6 de julio de 1854 – 19 de julio de 1911
Exploró la actual Guinea Ecuatorial en compañía de su mujer de 19 años y su cuñada de 17. En su primer viaje tuvieron una hija que falleció antes de terminarlo.
No he leído sus cuadernos de viaje pero se dice que son notables pues a diferencia de los anglosajones es también un estudio etnográfico de las culturas locales.
http://www.iradier.org/iradier/?page_id=308
https://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Iradier
El almeriense morisco Diego de Guevara mediados del siglo XVI – 1605.
Conocido como Joder Pacha, Yuder Pacha, Yauder Pacha, Judar Pasha o Dojouder.
Se dice que el apelativo proviene del frecuente uso que hacía de la interjección «Joder»
A las órdenes del Sultán de Marrakech atravesó el Sahara en 1590 con una columna de 4000 Andalusiés, unos pocos cañones. Se enfrentó a unos 40.000 hombres del emperador Askia Ishaq II de la dinastía Askia del Imperio Songhai o Sonray. Los derrotó en una sola batalla gracias a las armas de fuego.
Tal vez no es técnicamente un explorador.
Perdón he olvidado enlazar al bueno de Joder Pacha
http://soycalamardo.blogspot.com.es/2011/03/espanoles-en-la-curva-del-niger-los.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Yuder_Pach%C3%A1